AHORRA EN ESTRES, INVIERTE EN VIVIR
“Estoy estresado” es una expresión muy frequente en boca de casi todos hoy en día, y sin embargo, muy pocos somos conscientes del impacto demoledor que “sentirse verdaderamente estresado” tiene en nuestra salud, en nuestra eficiencia y en la calidad de nuestras relaciones. En definitiva, el estrés es uno de los saboteadores más potentes de nuestra calidad de vida.
Si nos hicieran un sencillo chequeo médico en uno de esos momentos en los que sentimos el estrés caernos a plomo, el informe diría lo siguiente:
“Tiene Ud. unos niveles elevadísimos de hormonas del estrés en sangre (cortisol y adrenalina), un incremento de su frecuencia cardiaca, de su tensión muscular, de glucosa y colesterol en sangre, del número de plaquetas, y por si fuera poco, se detecta también una notable disminución del riego sanguíneo en las zonas del cerebro determinantes de su eficiencia, en su aparato digestivo, riñones, hígado y glándulas sexuales, piel y su sistema inmunitario está por los suelos …”
Con este panorama no es difícil comprender que un elevado grado de estrés continuado en el tiempo pueda dar lugar a trastornos crónicos de ansiedad, enfermedades como la depresión, el cáncer, la hipertensión y otros tantos trastornos psicosomáticos cada vez más frecuentes en nuestra sociedad.
Sin embargo no enfermamos de repente y por lo tanto, antes de que sea demasiado tarde, nuestro cuerpo nos va ido alertando de la necesidad de atajar y reducir nuestro estrés a través de una serie de síntomas como: trastornos del sueño, irritabilidad, cansancio generalizado, desmotivación, dificultad para concentrarnos, rigidez muscular especialmente en hombros y cuello, dolores de cabeza, malas digestiones o reflujo, son tan solo algunos de ellos. ¿Os suenan?
En nuestras manos está atajarlos. A veces las personas que nos rodean perciben los efectos de nuestro estrés antes que nosotros mismos. Que nos lo hagan saber, es por tanto, un gran regalo.
Científicamente está demostrado que cuando estamos sometidos a un alto grado de estrés las zonas de nuestro cerebro encargadas de la eficiencia y la creatividad reciben menos riego sanguíneo y por tanto nuestras respuestas a los numerosos desafíos del día a día son más limitadas y menos efectivas. Nuestra capacidad para percibir a los demás y a lo que verdaderamente está pasando a nuestro alrededor disminuye drásticamente, mientras estamos ocupados en “defendernos” “huir” o “paralizarnos” ante las percibidas amenazas que rondan en nuestra cabeza.
¿Qué podemos hacer para reducir nuestro estrés?
1. Como siempre, lo primero es detectar que estamos estresados escuchando y poniendo atención a los mensajes que nos manda nuestro cuerpo y, por qué no, escuchando también a los que nos rodean.
2. Tómate el tiempo para identificar tus fuentes de estrés. Tal vez sea una sobrecarga de trabajo motivada por tu resistencia a delegar en otros, o tu falta de asertividad para decir NO que te lleva a echarte mas carga a tu espalda de la que te corresponde, quizás tu forma de gestionar la incertidumbre no es la más efectiva, o simplemente sea el pánico por “no tener nada que hacer” lo que te empuja cada día a saturar tu agenda con todo tipo de actividades y compromisos que acabas no disfrutando del todo. La mayoría de las veces, la fuente de nuestro estrés no son tanto las circunstancias externas sino nuestra forma de reaccionar ante ellas y la manera en la que gestionamos nuestras emociones.
3. Párate a diseñar una estrategia que ataque de raíz tus principales fuentes de estrés y ponla en marcha y de nuevo tómate el tiempo para evaluar los resultados al cabo de los días. ¿Fue eficaz? ¿Qué funcionó? ¿Qué podría hacer diferente para mejorarla aún más? ¿Qué cambio he notado? Practica, practica y practica.
4. Introduce en tu día a día aquellas actividades que te generan placer y bienestar. Solo tú sabes cuáles son. Está demostrado que el ejercicio físico, reírse, hacer ejercicios de respiración, meditar, relacionarse, las relaciones sexuales saludables, generan las llamadas hormonas del bienestar, como las endorfinas y las oxitocinas, que contrarrestan el impacto negativo de las llamadas hormonas del estrés y nos hacen sentir mejor.
5. Por último hazte más consciente del precio que estás pagando por no atajar tu nivel de estrés. Date cuenta de qué áreas de tu vida están siendo perjudicados o cuáles estás dejando de disfrutar plenamente o de estar presente. Solo tenemos una oportunidad para vivir esta vida, en tus manos está el disfrutarla plenamente y hacer que haya merecido la pena.
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Estoy a vuestra disposición
Susana García Pinto
Coach Profesional para la salud y el bienestar
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